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JEAN ARTHUR RIMBAUD

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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:04 am

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
Yo me he armado contra la justicia.
Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros!
Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz.
Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota.
Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que acaso recobrara el apetito.
Esa llave es la caridad. ¡Y tal inspiración demuestra que he soñado!
"Tú seguirás siendo una hiena, etc... declara el demonio que me coronó con tan amables amapolas. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales".
¡Ah! ¡por demás los tengo! Pero, caro Satán, os conjuro a ello, ¡menos irritación en esos ojos! Y a la espera de las pocas y pequeñas cobardías que faltan, desprendo para vos, que amáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas páginas horrendas de mi carnet de condenado.

fuente: http://www.elortiba.org/rimbaud.html
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:06 am

LOS CUERVOS...


Señor, cuando se hielan
los prados; cuando en las aldeas asoladas
se han callado los ángelus...
sobre la naturaleza defoliada
haz que desciendan de los cielos
los deliciosos, los queridos cuervos.


Extraño ejército de severos gritos.
los vientos fríos atacan vuestros nidos.
A lo largo de los ríos amarillos,
en los caminos de los viejos
calvarios, en las fosas y trincheras,
¡dispersaros! ¡Juntaros!


Por millares, en los campos de Francia,
donde duermen los muertos
de antes de ayer, ¡dad vueltas y más vueltas
en el invierno para que recapacito todo transeúnte!
¡Sé, pues, el pregonero del deber,
oh, nuestro fúnebre pájaro negro!


Pero, santos del cielo en las alturas de los robles
(perdidos mástiles en la noche encantada),
dejad los ruiseñores de mayo para aquellos
que, en el fondo del bosque y en la hierba
de donde no se puede huir, ha encadenado
la derrota prevista.


http://personal.telefonica.terra.es/web/rimbaudpersonal/Poemas.htm
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:07 am

EL BARCO EBRIO

Mientras descendía por Ríos impasibles,
sentí que los remolcadores dejaban de guiarme:
Los Pieles Rojas gritones los tomaron por blancos,
clavándolos desnudos en postes de colores.

No me importaba el cargamento,
fuera trigo flamenco o algodón inglés.
Cuando terminó el lío de los remolcadores,
los Ríos me dejaron descender donde quisiera.

En los furiosos chapoteos de las mareas,
yo, el otro invierno, más sordo que los cerebros de los niños,
¡corrí! y las Penínsulas desamarradas
jamás han tolerado juicio más triunfal.

La tempestad bendijo mis desvelos marítimos,
más liviano que un corcho dancé sobre las olas
llamadas eternas arrolladoras de víctimas,
¡diez noches, sin extrañar el ojo idiota de los faros!

Más dulce que a los niños las manzanas ácidas,
el agua verde penetró mi casco de abeto
y las manchas de vinos azules y de vómitos
me lavó, dispersando mi timón y mi ancla.

Y desde entonces, me bañé en el poema
de la mar, lleno de estrellas, y latescente,
devorando los azules verdosos; donde, flotando
pálido y satisfecho, un ahogado pensativo desciende;

¡donde, tiñendo de un golpe las azulidades, delirios
y ritmos lentos bajo los destellos del día,
más fuertes que el alcohol, más amplios que nuestras liras,
fermentaban las amargas rojeces del amor!

Yo sé de los cielos que estallan en rayos, y de las trombas
y de las resacas y de las corrientes:
¡yo sé de la tarde, del alba exaltada como un pueblo de palomas,
y he visto alguna vez, eso que el hombre ha creído ver!

¡Yo he visto el sol caído, manchado de místicos horrores.
iluminando los largos flecos violetas,
parecidas a los actores de dramas muy antiguos
las olas meciendo a lo lejos sus temblores de moaré!

¡Yo soñé la noche verde de las nieves deslumbrantes,
besos que suben de los ojos de los mares con lentitud,
la circulación de las savias inauditas,
y el despertar amarillo y azul de los fósforos cantores!

¡Yo seguí, durante meses, imitando a los ganados
enloquecidos, las olas en el asalto de los arrecifes,
sin pensar que los pies luminosos de las Marías
pudiesen frenar el morro de los Océanos asmáticos!

¡Yo embestí, sabed, las increíbles Floridas
mezclando las flores de los ojos de las panteras con la piel
de los hombres! ¡Los arcos iris tendidos como riendas
bajo el horizonte de los mares, en los glaucos rebaños!

¡Yo he visto fermentar los enormes pantanos, trampas
en las que se pudre en los juncos todo un Leviatán;
los derrumbes de las aguas en medio de la calma,
y las lejanías abismales caer en cataratas!

¡Glaciares, soles de plata, olas perladas, cielos de brasas!
naufragios odiosos en el fondo de golfos oscuros
donde serpientes gigantes devoradas por alimañas
caen, de los árboles torcidos, con negros perfumes!

Yo hubiera querido enseñar a los niños esos dorados
de la ola azul, los peces de oro, los peces cantores.
Las espumas de las flores han bendecido mis vagabundeos
y vientos inefables me dieron sus alas por un momento.

A veces, mártir cansada de polos y de zonas,
la mar cuyo sollozo hizo mi balanceo más dulce
elevó hacia mí sus flores de sombra de ventosas amarillas
y yo permanecía, al igual que una mujer, de rodillas...

Casi isla, quitando de mis bordas las querellas
y los excrementos de los pájaros cantores de ojos rubios.
¡Y yo bogué, mientras atravesando mis frágiles cordajes
los ahogados descendían a dormir, reculando!

O yo, barco perdido bajo los cabellos de las algas,
arrojado por el huracán contra el éter sin pájaros,
yo, a quien los Monitores y los veleros del Hansa
no hubieran salvado la carcasa borracha de agua;

Libre, humeante, montado de brumas violetas,
yo, que agujereaba el cielo rojeante como una pared
que lleva, confitura exquisita para los buenos poetas,
líquenes de sol y flemas de azur;

Yo que corría, manchado de lúnulas eléctricas,
tabla loca, escoltada por hipocampos negros,
cuando los julios hacían caer a golpes de bastón
los cielos ultramarinos de las ardientes tolvas;

¡Yo que temblaba, sintiendo gemir a cincuenta leguas
el celo de los Behemots y los Maelstroms espesos,
eterno hilandero de las inmovilidades azules,
yo extraño la Europa de los viejos parapetos!

¡Yo he visto los archipiélagos siderales! y las islas
donde los cielos delirantes están abiertos al viajero:
¿Es en estas noches sin fondo en las que te duermes y te exilas,
millón de pájaros de oro, oh Vigor futuro?

¡Pero, de verdad, yo lloré demasiado! Las Albas son desoladoras,
toda luna es atroz y todo sol amargo:
El acre amor me ha hinchado de torpezas embriagadoras.
¡Oh que mi quilla estalle! ¡Oh que yo me hunda en la mar!

Si yo deseo un agua de Europa, es el charco
negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado
un niño en cuclillas colmado de tristezas, suelta
un barco frágil como una mariposa de mayo.

Yo no puedo más, bañado por vuestras languideces, oh olas,
arrancar su estela a los portadores de algodones,
ni atravesar el orgullo de las banderas y estandartes,
ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones.


1871

extraido de: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2211
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:08 am

CUENTO

Un príncipe estaba molesto por haberse dedicado exclusivamente a la perfección de las generosidades vulgares. Preveía sorprendentes revoluciones del amor, e intuía en sus mujeres algo mejor que esa complacencia adornada de cielo y de lujo. Quería ver la verdad, la hora del deseo y la satisfacción esenciales. Fuese o no una piedad aberrante, así lo quiso. Poseía, al menos, bastante poder humano para conseguirlo.
Todas las mujeres que le habían conocido fueron asesinadas. ¡Qué saqueo del jardín de la Belleza! Bajo el sable, ellas le bendijeron. Ya no encargó más: las mujeres reaparecieron.

Mató a cuantos le seguían, después de la caza o de las libaciones: de nuevo todos le seguían.

Se recreó degollando a los animales de lujo. Ordenó flamear los palacios. Arremetía contra la gente y la descuartizaba: la multitud, los techos de oro, los bellos animales seguían existiendo.

¡Cómo puede uno extasiarse en la destrucción, rejuvenecer mediante la crueldad! El pueblo no murmuró. Nadie dio su opinión al respecto.

Una tarde, mientras el Príncipe galopaba altivamente, se le apareció un Genio de belleza inefable, incluso inconfesable. ¡Su fisonomía y su porte prometían un amor múltiple y complejo! ¡Una felicidad indecible, incluso insoportable!. El Príncipe y el Genio se aniquilaron probablemente en la salud esencial. ¿Cómo no iba a costarles la vida? Así pues, murieron juntos. Pero este Príncipe falleció, en su palacio, a una edad corriente. El Príncipe era el Genio. El Genio era el Príncipe.

Le falta música sabia a nuestro deseo.


(DE LAS ILUMINACIONES)


Fuente: http://www.angelfire.com/ma/bkindex/rimbaud.html
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:09 am

BEING BEAUTEOUS

Ante una nieve un Ser de Belleza de elevada estatura. Silbidos de muerte y círculos de música sorda hacen subir, ensancharse y temblar como un espectro este cuerpo adorado; heridas escarlatas y negras estallan en las carnes magníficas. Los colores propios de la vida se oscurecen, danzan, y se disipan en torno a la Visión, en el taller. Y los escalofríos se levantan y gruñen, y el furioso sabor de estos efectos cargándose de los silbidos mortales y las roncas músicas que el mundo, allá lejos tras nosotros, lanza sobre nuestra madre de belleza, - ella retrocede, se yergue. ¡Oh!, nuestros huesos se han revestido de un nuevo cuerpo amoroso.

Fuente: http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/iluminac1.htm
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:09 am

GENIO

Él es el afecto y el presente, pues que ha hecho la casa abierta al invierno espumoso y al rumor del estío, él, que ha purificado las bebidas y los alimentos, él, que es el encanto de los lugares huidizos y el deleite sobrehumano de las estaciones. Él es el afecto y el futuro, la fuerza y el amor que nosotros, erguidos en las rabias y en los tedios, vemos pasar por el cielo de tempestad y las banderas de éxtasis.
Él es el amor, medida perfecta y reinventada, razón maravillosa e imprevista, y la eternidad: amada máquina de las cualidades fatales. Todos hemos tenido el espanto de su concesión y de la nuestra: ¡oh gozo de nuestra salud, impulso de nuestras facultades, afecto egoísta y pasión por él, él, que nos ama para su vida infinita...
Y nosotros lo llamamos y él viaja... Y si la Adoración se va, suena, su promesa suena: "Fuera esas supersticiones, esos antiguos cuerpos, esos matrimonios y esas edades. ¡Es esa época la que se ha ido a pique!"
Él no se irá, no volverá a bajar de un cielo, no consumará la redención de las cóleras de mujeres ni de las alegrías de los hombres y de todo este pecado: pues eso ya está hecho, por ser él, y por ser amado.
Oh sus alientos, sus cabezas, sus correrías; la terrible celeridad de la perfección de las formas y de la acción.
¡Oh fecundidad del espíritu e inmensidad del universo!
¡Su cuerpo! ¡El desasimiento soñado, el rompimiento de la gracia mezclada a nueva violencia!
¡Su vista, su vista!, todas las antiguas genuflexiones y los castigos levantados tras él.
¡Su luz!, la abolición de todos los sufrimientos sonoros y móviles en la música más intensa.
¡Su paso!, las migraciones más enormes que las antiguas invasiones.
¡Oh él y nosotros!, el orgullo más benévolo que las caridades perdidas.
¡Oh mundo! ¡Y el canto claro de las nuevas desdichas!
Él nos ha conocido a todos y a todos nos ha amado. En esta noche de invierno, de un extremo a otro, desde el polo tumultuoso hasta el castillo, desde la multitud en la playa, de mirada en mirada, con las fuerzas y los sentimientos cansados, sepamos llamarle a gritos y verle, y despedirle, y bajo las mareas y en lo alto de los desiertos de nieve, para seguir sus miras, sus alientos, su cuerpo, su luz.

Fuente... http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/iluminac1.htm
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Mensaje por BIBLIOTECARIA (O) Dom Nov 02, 2008 5:10 am

EL CORAZÓN ATORMENTADO

Mi triste corazón babea en la popa,
Mi corazón está lleno de tabaco de hebra:
Ellos le arrojan chorros de sopa,
Mi triste corazón babea en la popa:
Ante las chirigotas de la tropa
Que suelta una risotada general,
Mi triste corazón babea en la popa,
¡Mi corazón está lleno de tabaco de hierba!
¡Itifálicos y sorcheros
Sus insultos lo han pervertido!
En el gobernalle pintan frescos
Itifálicos y sorcheros.
Oh olas abracadabrantescas,
Tomad mi cuerpo para que se salve:
¡Itifálicos y sorcheros
sus insultos lo han pervertido!
Cuando, al final, se les seque el tabaco,
¿Cómo actuar, oh corazón robado?
Habrá cantilenas báquicas
Cuando, al final, se les seque el tabaco:
Me darán bascas estomacales
Si el triste corazón me lo reprimen:
Cuando, al final, se les seque el tabaco
¿Cómo actuar, oh corazón robado?



EXTRAÍDO DE: http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/cartasvid.htm
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