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EDWARD LEAR Y EL LIMERICK

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Mensaje por LUMIERE... Sáb Nov 01, 2008 6:21 pm



Edward Lear nació en Highgate, el 12 de mayo de 1812. Era el menor de veinte hermanos, lo que ya tiene algo de absurdo. Para acentuarlo, la madre parece haberse olvidado del niño desde el momento de darlo a luz; lo crió su hermana Ann, veintiún años mayor que él, y los dos formaron una pequeña familia independiente, en base a los magros ingresos de ella como institutriz. El padre, Jeremiah Lear, que había sido un rico corredor de Bolsa, fue a la bancarrota cuando su hijo menor tenía cuatro años, estuvo preso, y se retiró con su esposa; formaban una pareja muy unida, por completo indiferente a la suerte de sus hijos, al menos de los quince que habían sobrevivido a la infancia. Los jóvenes Lear se dispersaron, y terminaron viviendo en rumbos tan divergentes como los Estados Unidos (dos de ellos fueron soldados en la Guerra Civil) o Australia.

Antes de los diez años Edward ya sufría de algunos males que lo acompañaron el resto de su vida: epilepsia ("the Demon"), estados de depresión aguda ("the Morbids"), miopía extrema, y la fractura de las dos rodillas (le pasó un carro por encima) con la consiguiente configuración defectuosa de las piernas.

A los catorce años empezó a ganarse la vida como dibujante ilustrador, por necesidad. No había hecho estudios formales de ningún tipo. Aunque se dedicó al dibujo y la pintura con asombrosa asiduidad todos los días de su larga vida (se levantaba antes del amanecer para trabajar, y lo seguía haciendo hasta la noche; lamentaba amargamente las interrupciones, y adivinaba el acecho de sus fatales depresiones si pasaba un día sin trabajar), no parece haber tenido una facilidad innata ni una vocación especialmente definida.

En 1830 publicó, en folios sueltos, dibujos de loros, hechos con intención científica; se trataba de la Familia de las Psittacidae, de la que había iniciado el registro completo. Había un mercado para este tipo de trabajos, y los de Lear, hechos con extraordinaria habilidad y cuidado en el detalle, tuvieron éxito. Fue admitido como socio en la Sociedad Linneana, y un distinguido ornitólogo, Joe Gould, lo invitó a colaborar en una obra sobre Aves de Europa. Durante los dos años siguientes viajó con Gould por los Países Bajos y Alemania dibujando pájaros.

Este trabajo quedaría interrumpido, lo mismo que el anterior de los loros, por una oferta que cambió su vida: en 1832 un rico aristócrata, Lord Stanley, le propuso que se instalara en su mansión, Knowsley Hall, para dibujar los animales del zoológico que había formado. Lear pasó varios años allí, estableció relaciones de amistad con la familia y sus invitados, y durante toda su vida siguió en ese ambiente aristocrático, donde encontró su clientela y sus amigos. Para un hombre que nunca se casó ni formó una familia, los amigos fueron importantes. Era afectuoso, y correspondido, salvo en el caso muy frecuente en que sus afectos se deslizaban al terreno del amor, apasionado y exigente.

Hacia los veinticinco años había iniciado el régimen de viajes que se hicieron constantes, y en el que pasó el resto de su vida. Al mismo tiempo, su trabajo de dibujante y pintor se desplazó de los animales a los paisajes. Más que motivos artísticos, el cambio los tuvo profesionales: había un mercado floreciente para las "vistas" de lugares pintorescos o históricos. Italia era el escenario más indicado, y Lear fue a instalarse a Roma en 1837; la ciudad fue su centro de operaciones durante más de una década, con constantes viajes y periódicos regresos a Inglaterra para la publicación de sus álbumes de paisajes. En una de esas estadas en su patria, en 1846, le dio clases de dibujo a la joven reina Victoria.

Aun después de dejar su residencia en Roma, en 1848, siguió viviendo en el Mediterráneo, y sus pasajes por Inglaterra se fueron haciendo más raros y breves. El frío le sentaba mal, y los compromisos sociales (las rondas por casas de campo) le impedían trabajar como quería, es decir todo el tiempo. Su última temporada larga en el país fue precisamente después de dejar Roma y tras una larga gira por Egipto, Palestina y Grecia: entre 1850 y 1853 tuvo habitaciones en Londres, y se entregó a un proyecto tan curioso como demorado: aprender a pintar, metódicamente, llenando sus lagunas de autodidacta. Uno de sus problemas era la figura humana, que nunca llegó a dominar (académicamente hablando); otro, la técnica del óleo. En una escuela privada preparo el examen de ingreso a la Escuela de la Academia Real, en la que fue admitido y a cuyas clases asistió durante unos meses. Después hizo amistad con uno de los pintores más destacados de la Hermandad Prerafaelita, Holman Hunt, quien consintió en tomarlo como alumno (era muchos años menor que Lear). Viajó con Hunt, vivió en su casa, y empezó a pintar grandes paisajes al óleo, algunos de los cuales fueron aceptados en exposiciones oficiales, y encontraron compradores.

En 1853 retomaba los viajes: Egipto, Suiza, Albania, Grecia, Corfú, Palestina, Líbano, Italia... En Corfú pasó largo tiempo, acompañando a Franklin Lushington, con quien tuvo una amistad apasionada, correspondida para su pesar con una distante reserva. Sin ser homosexual, o siéndolo muy en secreto, Lear se enamoraba de sus amigos y sufría por ellos de todas las alternancias del corazón. Su historia con Lushington, insatisfactoria para ambos, fue la más violenta y persistente. Lear no descartaba la amistad con las esposas de sus amigos, incluida la de Lushngton, y era muy popular entre los hijos de éstos, a los que cubría de dibujos y versos humorísticos. Su mejor amiga y más íntima confidente fue Emily Tennyson, la esposa del poeta, con cuyos poemas Lear hizo canciones, muy apreciadas en su momento, y también se propuso hacer una edición ilustrada, proyecto ambicioso en el que trabajó décadas y quedó sin realizar.

También hubo un proyecto de casamiento, con una bella joven inglesa, Gussie Bethell. En 1866 estuvo a punto de proponerle matrimonio; sus cartas atestiguan las consultas ansiosas que hizo a todos sus amigos (al parecer casi todos se mostraron poco alentadores), sus dudas y temores. Al fin no lo hizo, con la excusa de la edad, la mala salud, y la falta de medios. Si bien eran excusas, no les faltaba fundamento: tenía cincuenta y cuatro años, su salud era precaria, y si bien se las había arreglado para mantenerse, lo había hecho a duras penas y no disponía de ahorros, ni de casa, ni de ingresos fijos. La continuación de la historia fue por demás curiosa. Al poco tiempo Gussie Bethell se casó, y, como si quisiera demostrar algo, lo hizo con un hombre anciano, inválido y más pobre que Lear. Pasados los años enviudó, volvieron a encontrarse, y Lear pasó por las mismas alternativas de dudas, temores y excusas que la vez anterior. Hasta su vejez siguió barajando la posibilidad de casarse con ella, y nunca se decidió.

Su única compañía humana estable fue su valet, un hombre de Corfú llamado Giorgio Cocalli, que entró a su servicio en 1856 y siguió con él en todos sus viajes y residencias hasta 1883 cuando murió (lo reemplazaron sus hijos, que eran unos delincuentes).

Entre 1872 y 1887 tuvo otra compañía, su gato Foss, al que adoraba. En las caricaturas de sí mismo con las que ilustraba sus cartas invariablemente se hacia acompañar por Foss, caminando unos pasos atrás, y sonriendo. Cuando el gato murió, seis meses antes que él, mandó hacer una lápida que decía: "Qui sotto sta sepolto il mío buon Gato Foss. Era in casa mia 30 anni e mori il 27/7/1887 di età 31 anni". Firmado: Edoardo Lear. El gato no tenía mucho más de quince años. La duplicación de la edad es uno de los tantos caprichos o salvaguardas mágicos de su dueño.

El gato vino junto con la casa. En 1871, cercano a los sesenta años, Lear tuvo por primera vez una casa propia: se la hizo construir en San Remo, y la llamó Villa Emily en homenaje a su más fiel amiga. Había elegido San Remo después de probar un tiempo en Cannes, de donde escapó por el exceso de ingleses ricos que hibernaban allí. Se mudó a Villa Emily en 1871 y pasó en ella toda la década, salvo algunos veranos en Inglaterra y un largo viaje a la India, que duró todo el año 1874. En 1878 sucedió algo perturbador: el terreno que separaba su propiedad del mar fue adquirido por alemanes, que construyeron un hotel. Todo el paisaje y la paz se evaporaron. Después de muchas vacilaciones y cálculos, y con préstamos de amigos, que se proponía devolver con la venta de Villa Emily, compró un nuevo terreno e hizo edificar otra casa, que llamó Villa Tennyson; se mudó a ella en 1880; ese año hizo su última visita a Inglaterra. No hubo más viajes, salvo a localidades cercanas de montaña donde pasaba los veranos. Murió en enero de 1888, a los setenta y seis años.

Además de sus graciosos dibujos, Edward Lear es recordado por haber creado una serie de limericks. El limerick es un poema de cinco versos de ritmo anapéstico. Las rimas se dan entre los dos primeros versos y el quinto, y entre el tercero y el cuarto. En general cuentan una pequeña historia y tienen un toque de humor, acentuado sobre todo por las rimas y la sonoridad. En el siglo XIX, durante el auge del poder colonial británico, abundaban los limericks en los que se mencionaba un lugar exótico, pero no era imprescindible que así fuera. En esos cinco versos se lucía también el característico nonsense inglés.

Edward Lear comenzó a escribir limericks en 1830. Cada uno de ellos es el retrato de un personaje identificado por un lugar o un nombre de lugar. Esas menciones geográficas complementaban de algún modo las vistas que dibujaba Lear. Este reunió sus limericks en el Book of Nonsense, que firmó bajó el pseudónimo de Derry Down Berry. Sus limericks estaban dirigidos particularmente a los niños. Veamos un ejemplo en inglés con su correspondiente traducción:

"There was a Young Person of Smyrna
Whose Grandmother threatened to burn her;
But she seized on the cat,
And said ?Granny, burn that!
You incongruous Old Woman of Smyrna´".

La traducción de César Aira de ese limerick es la siguiente:

"Había una joven de Esmirna
cuya abuela amenazó con quemarla;
pero ella atrapó al gato,
y le dijo ?¡Abuelita, quema eso!
¡Tú, incongruente vieja de Esmirna!´"

Por cierto en la traducción se pierden el intransferible juego musical del poema y su gracia delirante.




EXTRAÍDO EL DÍA 1 DE NOVIEMBRE DE 2008 DESDE: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=583671


LUMIERE...


Última edición por LUMIERE... el Dom Nov 02, 2008 4:40 am, editado 1 vez (Razón : ERROR DE ESCRITURA)
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